Hace casi un mes que vinieron mis suegros a vernos a Chile y aún no había podido colgar las fotos de todo lo que hicimos con ellos, ya se me estaba empezando a acumular el trabajo, y eso no puede ser.
La visita de mis suegros la podría describir en una palabra como: HELADA. Y no por ellos, que son un amor,si no por el frío que hizo esas semanas en Curicó. Literalmente helado, una de esas olas Polares que llego sin avisar (o si avisó pero como no ponemos las noticias de Chile no nos enteramos) y que arrasó con todas las cosechas de la fruta que tienen en este pueblo.
Y los pobres que llegaban del sofocante calor de Valencia, con sus ponentás y su sensación de estar todo el día sudando, … pues fue un shock térmico y los tuve a los pobrecillos con el moquillo colgando y la garganta fastidiada. Pero aún así, allí estuvieron al pie del cañón, disfrutando de las fiestas patrias.
Tengo que decir que al contrario que las fiestas de la Vendimia, estas fueros super aburridas, una decepción.
De las cosas más entretenidas que hicimos con ellos fue el viaje a Viña y a Valparaiso, de los que ya os he hablado en el post anterior y ahora os dejo con alguna fotos.
Y comimos en el famoso Café Turri, con unas vistas impresionantes.
Lo único que no me gustó demasiado fue donde nos alojamos, y es que digamos que cuando pagamos por dormir y desayuno no nos imaginábamos que para ellos el desayuno era estilo fiesta de cumpleaños, es decir: tarta, bollitos prefabricados, agua con colorante, y un poquito de leche.
