Una vez llegado el invierno tengo que decir que en Curicó no hay mucho que hacer, así que , mientras no llueva hemos optado por el paseo por los alrededores de la casa, eso sí, bien abrigados y siguiendo el camino del sol.
Y ¡sorpresa!, a la vuelta de la esquina, en un solar cercano descubrimos a un rebaño de ovejas pastando. No es un super planazo que te mueres, pero por lo menos nos entretenemos.
Que cuqui Rocío , le has hecho tú el gorro?