Me llamo Amparo. Muchos ya me conocéis porque llevo un año compartiendo con vosotros nuestra experiencia viviendo como familia en un país extranjero. Tengo 3 hijos y un marido, que a veces es como el cuarto hijo, je je. Es broma.
Tenía ganas de escribir este post, a raíz de las declaraciones de la periodista y madre de gemelos Samanta Villar, en las que decía que «tener hijos quitaba calidad de vida».
Desde mi punto de vista, la calidad de vida es totalmente subjetiva. Yo personalmente creo que está muy relacionado con la madurez de cada persona.
Mi calidad de vida cuando estaba en la universidad era llegar a casa, meterme en la ducha, secarme el pelo durante media hora dándole forma con el cepillo (algo que ahora es impensable), salir del baño y sentarme a comer a mesa puesta. Pero todo en esta vida tiene un precio. En esa época era vivir bajo las normas y los horarios de mis padres, algo lógico y normal.
Cuando me casé y me independicé, mi vida cambió considerablemente y con ella mi calidad de vida. Yo organizaba mis horarios, no daba explicaciones de cuando entraba y salía. Las «normas», por decirlo de alguna manera, era las que mi marido y yo habíamos acordado.
Pero a cambio pagué el precio de la autonomía. Volvía cansada y hambrienta de un viaje y tenía que deshacer maletas, ducharme, poner la lavadora y hacer la comida antes de sentarme a descansar.
Luego llegaron los hijos y mi vida cambió mucho más. Tengo que decir que los 9 meses del embarazo me daban alguna pista de como sería mi vida. El sueño de los primeros meses, ese malestar continuo y el no poder dormir en la última etapa … ya me iba avisando de mi nueva vida de sacrificios.
Porque si algo te enseña ser madre es a ser generosa. Generosa porque hay personas a tu cargo que te necesitan para todo, porque tú eres su todo.
Yo colapsé la primera semana de madre. Recuerdo el primer paseo que hice con mi bebé y fue un auténtico fracaso. Cogí el autobús para presentarla a mis compañeros de trabajo. Volví agotada, y con un bebé que lloraba y no sabía consolar. Y empecé a llorar yo también.
Fui superando etapas: tardes de mocos, quitar pañales, noches de apiretal y urgéncias, rabietas; y fuimos ampliando la familia.
Y por si la vida de familia numerosa no fuera complicada, le añadimos el «bonus extra» de irnos a vivir al extranjero.
Tengo calidad de vida
Según wikipedia la calidad de vida se evalúa de la siguiente manera: analizando cinco áreas diferentes. Bienestar físico (con conceptos como salud, seguridad física), bienestar material (haciendo alusión a ingresos, pertenencias, vivienda, transporte, etc.), bienestar social (relaciones personales, amistades, familia, comunidad), desarrollo (productividad, contribución, educación) y bienestar emocional (autoestima, mentalidad, inteligencia emocional, religión, espiritualidad).
Tengo la suerte de estar sana, de tener lo que necesito (no mucho porque ya sabéis que nuestras mudanzas de país a país son de 5 cajas), de tener amigos en diferentes partes del mundo (no todo el mundo puede decir eso) y una familia que me espera con los brazos abiertos cada vez que voy a España, trabajo bastante mi espiritualidad y para colmo tengo muy buen ánimo emocional (siempre y cuando no llueva más de una semana). ¡¡Tengo calidad de vida!!
Porque no necesito irme de spa con las amigas, irme a la pelu cada mes, salir a tomar unas copas cada fin de semana o comer en el restaurante de moda para tener calidad de vida. Mi calidad de vida la disfruto cuando veo a mis hijos mayores jugar juntos toda la tarde y reírse a carcajadas en la bañera. O cuando mi peque descubre lo divertido que es saltar en los charcos y hacer pedorretas. Cosas sencillas que ni siquiera son para mi.
Y con esto no quiero decir que todo sea color de rosa, no lo es. Ser madre es muy difícil. Y todas nos hemos quejado en algún momento de alguna situación, yo la primera. Pero como todas las etapas de la vida, la maternidad también tiene su precio.
La maternidad te enseña a que ya no eres tú el ombligo del mundo. Que para ser feliz no hace falta recibir sino dar. Vamos en otras parabras, a no ser egoísta. Porque vas a dar mucho.
Vas a dar tus horas de sueño que pasaran a ser intermitentes. Tu ropa, que la poca que te continue entrando tendrá algún lamparón. Y tu tiempo, porque en cuanto te sientes vendrá uno de tus peques pidiéndote que le pongas la cabeza al playmobil.
Samanta comenta en su entrevista que «nadie te cuenta lo que es en realidad la maternidad, tomas una decisión engañada». Y sinceramente me pregunto dónde ha estado viviendo todos estos años.
Gracias a los blog de maternidad, entre otras cosas, las madres desahogan compartiendo sus vivencias del día a día, que no siempre son estupendas y divinas. Además, … ¿nunca escuchó a su propia madre en algún momento quejarse de lo cansada que estaba, de que sus hijos no le obedecían o de que necesitaba un poco de tiempo para ella? ¿Cómo es posible que toda la sociedad nos hayamos confabulado para engañar a la pobre Samanta?
En fin, querida Samanta. Bienvenida a una nueva etapa de tu vida, en la que vas a dar mucho más de lo que tenías planeado, y recibirás mínimas dosis de tremendo amor. Bienvenida a la maternidad.
Yo pensaba como Samanta, Amparo. Para mi, ‘calidad de vida’ era poder hacer (de vez en cuando), lo que quisiera y como quisiera, xo creo que me has convencido. Me ha gustado mucho este post 🙂
P.
Me ha gustado mucho. Creo que el significado de «calidad de vida» varía, como tu dices, de la madurez de cada uno. En mi caso fui madre muy joven y ahora somos familia numerosa. No voy a engañar a nadie, estoy enormemente cansadisima, pero es lo que tu dices, ver a mis hijos reírse, jugar juntos, etc etc…lo supera con creces. Creed me el esfuerzo tan grande que hacemos las madres vale la pena
Hola
Mira acabo de descubrir tu Blog y me encanta no puedo estar más de acuerdo contigo.
Yo tb me he venido a(Bristol) Inglaterra a vivir con mi familia y tb tengo calidad de vida con mis hijas y me encanta
Un saludo te sigo por aquí e instagram a partir de ya.