Y es que llega el domingo de Resurrección y la ciudad se llena de conejitos de pascua por todos los rincones. Conejitos que saltan de un lado a otro buscando huevitos de chocolate, por lo que finalmente estos terminan empachados y con unos niveles de azúcar en sangre demasiado alto para cualquier humano. En definitiva, mis hijos ahora mismo están rellenos de chocolate.
Pero son adorables y tiernos, y al fin y al cabo es una excusa más para hacer una fiesta y eso nos encanta.
El sábado tuvimos la suerte de ir de asado a casa de nuestra amiga Ximena, con toda la comida y los detalles que os podáis imaginar para unos 30 comensales (yo creo que en el bautizo de mi hija fuimos menos): carne, ensaladas, empanadas, zanahorias para el conejo, un gigantesca tarta y miles de huevos por el jardín. Y por la noche … karaoke. Tengo que decir que los representantes Españoles (Pablito y yo) dejamos el pabellón bien alto cantando Mecano, bueno, en verdad hicimos lo que pudimos.
Feliz Pascua a todos.
Pero que mayor veo a Nico, Dios mio!!!