La Navidad está a la vuelta de la esquina. Y con ella, no nos equivoquemos, la época más consumista del año (yo ya estoy viendo en los supermercados estanterías llenas de artículos navideños al lado de las estanterías con los adornos de halloween. Si esto continúa así el año que viene nos los ponen en septiembre al lado de la sección de «vuelta al cole»).
Yo no sé vuestros hijos pero los míos ya hacen tiempo que tienen en mente sus regalos de Navidad y yo voy como loca buscando ofertas por todos lados. Y aunque no quiero que los regalitos me cuesten «un riñón y parte del otro», y no me gusta que la Navidad se desvirtue y terminen mis hijos sin saber que es lo que realmente estamos celebrando eclipsados por tantas luces y regalos; tengo que admitir que no puedo negarme cuando veo las caras de los peques abriendo lo que les ha traído los Reyes Magos.
Este año ellos serán Reyes Magos
La semana pasada en la Iglesia repartieron a los niños estas cajas navideñas para llenarlas de regalos para niños más desfavorecidos. Es una simple caja de zapatos en la que pueden meter juguetes que tengas en casa en muy buen estado (debes indicar si son para niños o niñas y la edad), dulces, material escolar, … etc. Nunca juguetes bélicos.
Así este año ellos también serán Reyes Magos, Viejito Pascuero, Santa Claus, Papá Noel, llámalo como quieras. Y les mandarán estas cajas llenas y una carta en la que se presentan y dibujan para que el niño que lo reciba le conozca un poco más (este es el link con la info). Unos auténticos ayudantes Reales.
La caja de la Navidad
Pero esto no es una idea únicamente de la Iglesia Católica de Reading. En Chile, también la Iglesia, organizaba unas cajas Navideñas muy especiales.
Como ya he contado en otras ocasiones Chile es un país con mucha desigualdad social, a mi es algo que me impresionó mucho. Las familias con poco recursos se apuntaban en unas lista y daban información sobre su familia (nombre, dirección, miembros, edades). Los feligreses de la Iglesia (era voluntario) se hacían cargo de cada una de esas familias.
Tenías una lista básica de productos para comprar y meter en la caja: harina, arroz, aceite, chocolate, legumbres, botes de conserva, te, … y si tu familia tenía niños les comprabas dulces y algún regalito. Aproximadamente te podías gastar entre 40-50 € en llenar la caja dependiendo de los miembros que componían la familia. Imaginaos el papel que le hacía a la familia recibir esa caja llena (que no era tamaño caja de zapatos) para celebrar la Navidad.
En fin, la caja de Navidad es una sencilla forma de mirarnos menos el ombligo y echar una mano a familias que lo están pasando mucho peor que nosotros. Luego, si te parece buena idea y decides continuar colaborando, mejor que mejor. Pero si sólo puedes permitírtelo una vez porque para ti también supone un esfuerzo, se valora igualmente.
Los ejemplos que he dado van relacionados con Iglesias porque son mis experiencias, pero tú puedes también ayudar por tu cuenta. Todos conocemos una familia necesitada a la que poder echarle una mano.