Hace 4 años que Curicó tuvo uno de los terremotos más fuertes de los últimos años y destruyó media cuidad. Fue nada más y nada menos de 8,9 grados, aunque la gente comenta que realmente fueron de 9 y que los políticos no lo quieren confirmar porque con 9 grados lo declaran zona catastrófica y tiene que llegar más ayuda a los ciudadanos.
La cuestión es que muchos de ellos tienen aún el miedo en el cuerpo por todo lo vivido y no me extraña. El terremoto que ha habido recientemente en el norte les ha hecho recordar su tremenda experiencia y se han movilizado bajo el lema «¡que ayudar sea nuestro NORTE!» para llevarles alimento y agua envasada.
Aprovechando que Rocío estaba en clase por la tarde de gimnasia, fui con Nico a compra agua, pasta y legumbres para echarles una mano a mis vecinos norteños.
Parece que este terremoto, bastante más bajo que el que tuvo Curicó, ha estado muy bien gestionado por el gobierno y evacuaron a tiempo a todas las ciudades costeras por la venida inminente de un tsunami. Nos alegramos mucho de esto, pues parece ser que no siempre fue así.