Tengo el placer de anunciaros que en mayo ampliaremos la familia. Aún no sabemos si será niño o niña lo que se una a esta familia de locos, pero lo que sea, bienvenido.
Bueno, para los que se pregunten cómo es un embarazo en el otro lado del mundo colgando cabeza abajo les diré que se vomita igual, el mal o bien estar de una embarazada no varía dependiendo del país del que vivas.
Esta vez me he querido curar en salud. Más de uno se acordará de los 20 kilos (uno arriba uno abajo) que engordé con Rocío y de los otros tanto que engordé con Nicolás. Como parecía que iba por el mismo camino esta semana he decidido ir a la nutricionista.
Nada más sentarme ya me comenta que a las embarazadas no deben hacer dieta, a no ser que tengan un problema como diabetes gestacioal, pero por ahora no es mi caso.
Al rato, me mide, me pesa, y me da un aparato que por obra de magia me mide la grasa que tengo y me pasa un par de hojas con una pauta alimentaria. Para empezar me cambia la leche entera por la semidesnatada, empezamos mal porque la semi sabe a agua, me quita mis galletas maria y me pone a cambio dos cucharadas de avena. Me racionaliza las cantidades de las comidas y me hace énfasis en unos alimento a evitar, que son entre otros: tomate frito, snack, embutidos, philadelphia, ketchup, nutella, mantequilla.
Pues menos mal que las embarazadas no tenían un régimen. Qué vida más triste! sin tomarte unas papas antes de comer, o hacerte unos espagueti sin salsa de tomate, o poner un poquito de ketchup en la hamburguesa. guaaaaaa!
En fin, he intentado probar lo de la avena en la merienda, y en cuestión de segundos la dichosa avena, o también llamada comida para pájaros, ha absorbido toda mi leche y eso era inmasticable. Mal empezamos.
Creo que estoy dispuesta a ponerme como un tonel a cambio de ser feliz comiendo.
¡Enhorabuena!
Gracias!!!!